Roberto “Chicho” Sejas músico y poeta

Francisco Ramón Roberto Sejas, comenzó a perder la visión desde muy niño, eso lo llevó a desarrollar los otros sentidos, sobre todo el tacto y el oído. En la década de 1970 ingresó, con sus aportes a la música y la poesía, al cancionero regional pampeano, como autor no vidente.

1.- La familia;-La década de 1930 fue, para los habitantes del Territorio Nacional de la Pampa Central, la de las siete plagas: sequía intensa y prolongada, fuertes ventarrones, cenizas volcánicas, langosta, mortandad de haciendas, incendios rurales y caída de los precios internacionales de los frutos de la tierra.
El 17 de abril del año 1934, en el puesto  “La Guadalosa”, donde vivían don Juan Sejas con su esposa, doña Mercedes Estanislada Lucero, se escuchó el llanto que anunció la llegada del niño, que sería bautizado bajo los nombres de Francisco Ramón Roberto Sejas. Doña Mercedes, era hija de don Nicomedes Lucero, casado con doña Emperatriz Lucero, quien tenía arrendados varios campos de Telén hacia el oeste. Además de “La Guadalosa”, “Santa Camila”, “La Bandurria”, “La Represa”, “El Moyal” y “La Yolanda”, donde se dedicaba a criar ovejas. Los hermanos Sejas fueron, como me lo dijo Roberto, conocido popularmente como “Chicho”, como el anís, 8 hermanos. Mercedes, casada con Aranda, empleado del ferrocarril del oeste, Juana, Celia, casada con José Zanín hornero, Nicomedes empleado rural, Adrián dedicado a las aguadas, Nicolás Samuel, alias “Tico”, nuestro compañero de la primaria, gran dibujante y tallador de madera y Eduardo chapista en Santa Rosa.
2.- La juventud;-Cuando tenía once años, dado que sus problemas de visión se habían agudizado, don Juan decide llevar a Buenos Aires a su hijo “Chicho”, intentando remediar las crecientes dificultades. Allí se pone en contacto, con una persona que le indica la Escuela Argentina General Belgrano con servicios especiales para no videntes. En esa institución educativa quedará internado “Chicho” hasta cumplir sus veintiun años. En esos nueve años, aprende el Braille, un sistema de lectura y escritura táctil, ideado por el francés Louis Braille una centuria antes. Aprende a leer y escribir con dicho sistema, escribe a máquina y además se inclina por la música. La pérdida de la visión lo lleva a agudizar el tacto y sus oídos, lo que le permitió aprender a tocar el piano, ejecutando algunas melodías fáciles.

3.- El regreso a Victorica;- El año 1955, Roberto “Chicho” Sejas se instala en la casa paterna en Victorica, en uno de los solares de la manzana de su abuelo materno. Trae desde Buenos Aires, además de su amor por la música, la experiencia adquirida para fabricar colchones, cintos y bolsas para los mandados. Con eso se gana la vida y aporta a la olla familiar. Quien le da un gran apoyo es don Jorge Nicolás, el administrador y encargado de la Sección Tienda del Almacén de Ramos Generales de la firma Nicolás Hermanos.
Durante varios años sus colchones de lana de buena manufactura, como sus cintos de cuero son vendidos no sólo para las familias victoriquenses sino para la amplia zona rural y otros pueblos vecinos. Chicho además de sus padres y hermanos tiene otras dos compañías la radio y un perro. A ellos se sumaron los amigos del barrio que se fueron acercando a conocerlo y tratarlo. A media cuadra de allí estaba el boliche “La Posta” de don Valentín Ramos y doña Luisa Torres. En la manzana de enfrente vivían los hermanos Morán, hijos de don Claro varios músicos. A una o dos cuadras vivían nuestros amigos y compañeros de escuela primaria “Laucha” Muñóz, Humberto “Negro” Dasso, todos músicos intuitivos y cantores populares. En ese barrio cercano al hospital y la estación del ferrocarril, vivía también Generoso Argentino Muñóz guitarrero y cantor.
4.- Su consagración a la música;- Cuando la Licenciada en Musicología Ercilia Moreno Chá, recorre el noroeste de La Pampa, entre los años 1973-75, los detecta y les graba. En el lado 1 del disco la pieza 10 es una polca ejecutada por Carlos Morán en una “verdulera” de ocho bajos y lo acompañan las guitarras de su hermano Roberto Morán y de su amigo Julio Cortés, del barrio “Los Pisaderos”. Bajo el número 12 Moreno Chá registra una ranchera, tocada por Roberto Sejas en acordeón a piano y acompañado por las guitarras de Morán y Cortés. Del lado 2 el tema 4 es un estilo, quien lo ejecuta es precisamente Roberto “Chicho” Sejas. La letra le pertenece, la tituló “La providencia” y está escrita para referirse a la mujer de sus sueños, con mucho amor y ternura. Se acompaña con guitarra.  “Vos sos mi cielo adorado/ sos la más brillante estrella/ vos sos la mujer aquella/ en quien confié mi cariño/ con más ternura que un niño”.
En el lado 4, del disco 2, el 5º tema es una milonga de Julio Domínguez “El Bardino”, titulada “Por sobre el rastro”. El año 1974 “El Bardino” instaló una peña en Victorica en ocasión de la Fiesta de la Ganadería. Fue con su compañera Nélida Ramos. De noche atendía la peña, pero de día se llegaba hasta La Posta, -a solo dos cuadras- donde conoció a “Chicho”, a Alfredito Gesualdi, Pedro Cabal y otros amigos del cancionero regional pampeano, que comenzaba a tomar cuerpo con la aparición de nuevos intérpretes y creadores. El que le regaló el acordeón, tipo “verdulera” fue su hermano mayor, Nicomedes que trabajaba en el campo “La Elenita”, quien la canjeó por hacienda a don Ricardo Alcaráz, entonces mayordomo de don José Sierra. El hermano se la deja, con una condición, le dice que si a la semana aprende una pieza se la regala: cuando vuelve a visitarlo, “Chicho” le hace escuchar la ranchera “Decí que sí”, la primera que logró. Sus padres mueren, primero se fue don Juan y diez años después doña Mercedes, así quedó prácticamente solo en su casa paterna. Pero ahora, además de los parientes y amigos tiene de compañía dos instrumentos, el acordeón a piano nuevo que se ha comprado y la guitarra. Quien le hace los trámites es Omar Conchado otro amigo que supo tener boliche. Omar le sugiere que lo compre porque dan cuotas para pagarlo, “Chicho” acepta y por el ferrocarril llega lo solicitado a la “Casa América” de Buenos Aires.

Con la guitarra hacia su visita diaria a La Posta, donde lo esperaban sus amigos y en el que tenía asignado un banco, junto a la ventana que da hacia el naciente. Por las noches, los fines de semana, tenía actuación en el boliche de “El Diablo Rojo” de Lázaro Jofré, que comenzó primero en la antigua casona cerca del barrio “La estación” y después se trasladó más cerca del centro en el edificio que había sido de la familia Amsé. Una época compartió en el “Bar el Puma” de Agustín de la Nava, quien le cedió solidariamente un lugar en el que se turnaban para atender la clientela. Allí en esos dos lugares lo conoció, lo trató y se hicieron amigos con Néstor Massolo, quien dejó escritas varias coplas para los personajes de Victorica de aquellos años. Del “Coplero de Victorica” escrito en 1987, el poema Nº5 está dedicado a Sejas, bajo el título La “cordeona” de don “Chicho”. “Rece un responso don “Chicho”/de corraleras pampeanas/ por la agreste medianoche/ o el medanal de las almas”.
“Chicho” recordó, en el reportaje que le hice, tiempo antes de cumplir sus ochenta años, a quien lo acompañó durante muchas tardes y noches, al artesano y cantor “Negro” Dasso. También hace mención a problemas por los que le tocó pasar en algunas ocasiones cuando ciertos parroquianos pasados de copas se ponían cargosos. “El que es músico, lo obligan a tomar,” dice, recordando todas las fiestas en el campo y en el pueblo de las que participó amenizando la reunión semanalmente.
5.- El poeta;- Roberto “Chicho” Sejas, tiene muchas coplas y poemas, de su autoría, a varias de las cuales les ha puesto música propia. “El boliche de la posta/ es el de Don Valentín/ donde hay siempre una sonrisa/ que nos ayuda a vivir”, dice Chicho en su “Corralera de La Posta”, con música de Alfredo Gesualdi, dedicada al mítico boliche, que se había constituido en su segundo hogar. “Nelo, el Laucha, Julián Pérez/ suelen frecuentar allí/ Don Juan Arias, Chicho, el Negro/ Alfredito y Bartolín”, esos fueron sus amigos del barrio y de las largas tardes y noches de guitarreadas. Alfredito es Gesualdi, uno de los grandes creadores e intérpretes victoriquenses. “Le canto a don Valentín/ a Doña Luisa, la tía, / ellos infunden ternura/ nos regalan alegría”; doña Luisa Torres la esposa del bolichero, quien había sido carrero, (de allí sale el nombre, porque en el solar solían parar troperos y carreros), era quien preparaba las empanadas criollas, don Juan Arias había sido tropero, el Laucha Muñoz y Julián habían trabajado de alambradores y de albañiles. A ese grupo hay que agregar también a Pedro Cabal, un joven nacido precisamente en aquella zona del oeste quien comenzó su trayectoria musical junto con Alfredo Gesualdi, integrando “Las Voces del Pueblo”. Con ese duo, obtienen una mención especial en Cosquín, el año 1976.
Cuando se realiza el X Encuentro de Letras Pampeanas, organizado por la Filial de la Asociación Pampeana de Escritores de Victorica el año 1994, en el libro que se publicó, en el capítulo Poetas Populares, se incluyó a “Lalo” Sosa, un hombre de los pagos de La Pastoril, criado en Currumahuida, otro de los habitué de La Posta, un poeta que comenzó con su guitarra en el antiguo boliche de Roithman, en la manzana de su casa familiar, en el barrio Los Pisaderos y cercana a los boliches de Álvarez y Conchado. En la citada publicación, además de la corralera de La Posta se incluyó el poema “Llévate mi corazón” dedicado también a la mujer amada “Vos sos la palabra viva/del ser que todo lo sabe/ sos la ilusión y la llave/ que a mi corazón cautiva, / sos la palabra emotiva/ que alegre suelo escuchar, / sos pureza, sos cantar, / de esa juventud bizarra/ y sos la dulce guitarra/ que alegre suele trinar”.ó prácticamente solo en su casa paterna.

6. La pampeanidad de su canto;- El año 1949 Mendoza, al ponerse en marcha el dique El Nihuil, cortó definitivamente el río Atuel y los pampeanos del oeste de la travesía más allá de Telén, sufrieron en carne propia la escasez del agua. La había sufrido su abuelo que tuvo que dejar de arrendar campos en esa zona, en la crítica década de 1930 y la sufre su padre que tiene que vender las dos leguas de “La Yolanda” en la década de 1950. Según nos contó su hermano, le gustaba mucho andar a caballo y sabían venir desde el campo hasta el pueblo. De las conversaciones familiares de los mayores, quedaron grabadas en sus oídos las palabras “progreso”, “injusticia”, “desierto”.
Durante la dictadura, del mal llamado “proceso de reorganización nacional”, se dispuso una racionalización del sistema ferroviario para lograr eficiencia, esa palabra que impuso el crudo ajuste neoliberal de Martínez de Hoz. Eso trajo la nefasta consecuencia que los ramales que daban pérdida fueron suprimidos, o en algunos casos como el servicio de pasajeros de Once a Telén, que tenía una frecuencia de tres veces a la semana, fuese reducido a una sola. Desde 1978 hasta 1984 esa línea fue atendida con un solo tren de pasajeros por cada siete días. Eso fue propicio para que la empresa automotriz Chevalier afianzara su negocio, en competencia con el ferrocarril.A esas vivencias, plenas de injusticias Roberto “Chicho” Sejas las transforma en su Milonga Corralera, que tituló “Campanas de Palo”, que ha sido incluida por primera vez en el tomo 2 de la nueva edición del “Cancionero de los ríos”, publicación de la Cámara de Diputados de nuestra provincia de La Pampa del año 2015.

“Campanas de Palo”;- Estribillo “Dicen que hay que anular el Desierto del oeste con las comunicaciones aunque cueste lo que cueste; Sin embargo el desierto avanza en tierras pampeanas, ahora el tren de Buenos Aires viene una vez por semana.
Las vías están construidas, las estaciones y andenes, todo el gasto ya está hecho: ¿Por qué sacan los trenes? La prefieren un desierto a nuestra tierra pampeana, de nada valen sus quejas de palo son sus campanas.
Prometen a nuestras tierrasque el progreso llegará; Yo pregunto a todo viento ¿el progreso dónde está?Primero el río Salado cerraron los mendocinos, ahora nos sacan los trenes: ¿no seremos Argentinos?
Siempre las mismas promesas, siempre es el mismo decir, el mismo palabrerío y el mismo nunca cumplir; Siempre aquí pasa lo mismo y yo siempre me pregunto, yo no sé porque el pampeano no ha aprendido a gritar junto”. (música y letra: Chicho Sejas)
Roberto “Chicho” Sejas, ingresó al ámbito del silencio, en Victorica, (La Pampa). Sus últimos años los pasó alojado en el Hogar “Marcelina Baigorrita” de Victorica. Se ha ido una buena persona, un hombre que trabajó y creó obras culturales durante toda su vida. Su familia y sus amigos lo acompañaron hasta el campo santo.

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