Charles Romuald Gardes nació en el Hospital Saint Joseph de la Grave, situado en la ciudad de Toulouse, capital del Departamento de Haute-Garonne al suroeste de Francia un 11 de diciembre del año 1890. Hijo de la joven Marie Berthe Gardes, descendiente de una familia humilde.
Llegó a Buenos Aires como inmigrante, del a mano de su madre, el 10 de marzo del año 1893 en el buque Don Pedro, después de un mes de travesía. Dicen sus biógrafos que seguramente viajaron en tercer clase. El pasaporte de su madre dice: Berte (sic) Gardes, Pasaporte Francés Nro. 94, viuda, 27 años, planchadora, católica, número de orden 122, Charles Romuald Gardes, 2 años”.
Después de terminar la escuela primaria, Gardel contó en una entrevista del año 1930: “Cuando apenas contaba diez años,…ya andaba ente bastidores. Le gustaba el canto. En su casa, en la calle, siempre tarareaba canciones nacionales, canzonetas napolitanas y canciones españolas.”
Carlos Gardel, después de abrazar su pasión por el canto, y de adoptar el nombre artístico, visitó por lo menos en cuatro oportunidades el entonces Territorio Nacional de la Gobernación de Pampa Central. Las tres primeras actuaciones fueron en General Pico, en donde actuó los años 1912, 1913 y 1918.
Hay dos circunstancias por lo menos que permitieron estas tres visitas comerciales. La primera era que a General Pico lo había conectado la línea del Ferrocarril del Oeste, que salía de la estación Once de Septiembre en Buenos Aires, que quedaba a nueve o diez cuadras del Mercado del Abasto en cuyos alrededores vivía y trabajaba el joven Carlos.
La segunda es que José Francisco Razzano, nacido en Montevideo (Uruguay) en 1887, tenía parientes en General Pico, fundada el año 1905. Su hermana era la esposa del Jefe de la Estación. Como se hace fama de cantor criollo, la empresa R.C.A. Víctor lo contrata para grabar 10 temas durante los años 1911 y 1912.
El duo Gardel-Razzano fue muy afamado por aquellos años en que Carlos Gardel encara su debut discográfico. En septiembre de 1917 se estrena la película “Flor de Durazno” de la época del cine mudo, en la que interviene Gardel con nombre destacado en el afiche publicitario.
Para el año 1918, en plena Guerra Mundial, Gardel ya había dado, sus primeros pasos, pero todavía no se había lanzado como solista, ni había dado el gran salto hacia la fama, no sólo nacional sino internacional, que recién alcanzó a principios de los años de la década de 1930.
En su visita del año 1918 acompañando todavía a Razzano, nuevamente a la ciudad de General Pico, que había pegado un salto poblacional importante y que estaba sentando las bases de su incipiente industria, era una plaza más interesante que muchos pueblos del oeste de la provincia de Buenos Aires.
La actividad de funciones de diversión como el teatro y el cine eran desarrollados en los dos grandes “Bares” como se los denominaba. Uno era el “Bar don Pepe” y el otro “Bar Centenario”, de éste último el álbum gráfico del italiano Ludovico Brudaglio incluye una fotografía con comentarios, destacando que las películas que se exhibían estaban a la misma altura que en Buenos Aires.
Gardel con su gran amigo el gran Jockey Irineo Leguizamo quienes han dejado estampadas sus firmas en esta foto tomada en Niza
El joven Carlos Gardel tenía entre otros un gran berretín. Le gustaban las carreras de caballo, en las que más de una vez perdió todo lo que había ganado en alguna gira artística. Entre sus vicios, además del cigarrillo, estaba la gula. En ese viaje del año 1918, Gardel se habría encontrado con un señor que venía desde la Capital hacia los pagos de Telén, la última estación de esa línea del ferrocarril.
El hombre se llamaba Damacio Peralta, traía una guitarra como para acortar el viaje con los ocasionales amigos. Era dueño de campo por la zona de Pichi Mericó y El Odre, en el Departamento Limay Mahída. Criaba ovejas y tenía caballos. Como buen criollo le gustaban las carreras cuadreras, comer asado y cantar.
Como se sabe Carlitos era un joven muy simpático, así que según le contó nuestro coterráneo victoriquense Gustavo Montiel, al amigo Carlos Rodrigo, escritor pampeano de Realicó, mientras guitarreaban y comían algo, conversaban de caballos y de costumbres criollas . Probablemente don Damacio haya mentado a Telén, el pueblo fundado por el francés Alfonso Capdeville, que tenía luz eléctrica, fábrica de hielo y bebidas gaseosas y un prostíbulo muy cerca de la estación. Habría sido en esas circunstancias en que Peralta lo entusiasma a Gardel para que lo acompañe a comer un asado en Telén y a seguir guitarreando y cantando.
A Gardel con sus 28 años se le habrá echo agua la boca, pensando en el asado que le ofrecía degustar don Damacio, además mirar caballos y seguir cantando temas que probablemente no había escuchado nunca. Así que cuando llegaron a General Pico le dijo a Razzano que se prepare que el iba a llegar a la hora de la función, pero que lo disculpara, porque se iba hasta Telén dado que no podía ser descortés con el amigo Peralta.
Según nos contó su hijo Héctor, el cartero Timoteo Vargas, cada vez que llegaba el tren a Telén, llevaba la correspondencia y las encomiendas, las clasificaba en el edificio e inmediatamente comenzaba el reparto a domicilio. El primer lugar donde llegaba era el Hotel Telén que estaba situado enfrente al Correo, cruzando la calle hacia el oeste. Ese día cuando entró había un hombre buen mozo, quien cantaba acompañado por una guitarra.
El no lo conocía, pero se quedó un momento para escuchar otra interpretación, porque la voz del cantor le hizo despertar el interés, pensando que estaba en presencia de alguien que tenía oficio. Después cuando Gardel salta a la fama de diarios y revistas, de los discos y del cine parlante, se da cuenta que el joven que había escuchado aquel mediodía era Carlos Gardel.
En la víspera de la partida de Medellín a Cali, Gardel se dirigió al público para dejarles un saludo de agradecimiento por el trato recibido: “Antes de cantar mi última canción, quiero decir que he sentido grandes emociones en Colombia, gracias por tanta amabilidad, encuentro en las sonrisas de los niños, las miradas de las mujeres y la bondad de los colombianos un cariñoso afecto para mí. Me voy a ver a mi vieja pronto, no sé si volveré, porque el hombre propone y Dios dispone…” expresó casi como una premonición.
Había cantado antes “Cuesta abajo”, “Tengo miedo” e “Insomnio” y terminó con “Tomo y obligo“. En el restaurante donde fueron a cenar esa noche, también aceptando una invitación, hubo una mujer que insistía con que quería hablar con Gardel: “-Déjeme pasar, tengo que hablar con él- suplicó”. Al escuchar eso Carlitos le dijo a la mujer para que se fuese: “-Lo siento señorita, pero ésta es una reunión privada.”. Pero la mujer continuó insistiendo, ante lo cual Carlitos le preguntó: “En qué puedo servirle, señorita?” y ella contestó “-No debe viajar, señor Gardel. !Es peligroso!”
“Cuando la banderilla a cuadros dio la señal, el trimotor comenzó a carretear, pero algo sucedió…y Samper (piloto) no pudo elevar la máquina. Che hermano -bromeó Gardel-, este aeroplano parece un tranvía Lacroze”. Como los problemas continuaron, Gardel más preocupado pregunto: “¿-Oiga, che, piloto, ¿dónde nos lleva?…¿Qué le pasa?…”
“Cuando media hora después pudo apagarse el fuego, la magnitud de la catástrofe quedó a la vista: quince personas muertas y cinco heridos, dos de los cuales… morirían pocos días mas tarde.”
“La justicia redujo a dos las causas del accidente. Por un lado, las características topográficas y aerológicas del aeródromo favorecían las posibilidades de un siniestro. En segundo lugar, un fuerte viento del sudoeste solía levantarse en las cercanías de la pista en horas de la tarde, y su dirección no guardaba relación con las obras masas de aire que el aeródromo sufría durante la jornada.”
El diario Noticias Gráficas de Buenos Aires tituló su sexta edición del día 24 de junio del año 1935 con esta frase: “SE MATÓ CARLOS GARDEL” y luego informaba: “Murió en un espantoso accidente de aviación en Medellín, Colombia, junto con dieciséis personas más.” Cuando se supo la noticia, Libertad Lamarque quien estaba actuando en un teatro entonó “Cuesta abajo” en homenaje a la memoria del cantor, pero la dominó el llanto y debió interrumpir la función.
Foto tomada en el aeropuerto de Medellín (Colombia), momentos antes de subir al avión aquel 24 de junio del año 1935, en el que perdería su vida al ser embestido por otro avión e incendiarse
Entre quienes lo acompañaban en el avión y murieron junto a él fueron: Alfredo Lepera, (letrista, escritor y periodista) Guillermo Desiderio Barbieri (su guitarrista de 1921 a 1935 a quien llamaba “El Barba”), José María Aguilar (incorporado en 1928 como tercera guitarra, lo llamaban “El Indio”), Ángel Domingo Riverol (el otro guitarrista murió dos días después a causa de las quemaduras)
Doña Berta, su madre, lo supo recién el día 25 cuando un miembro de la familia la anotició en su casa de Toulouse (Francia). “La madre no lo podía creer…hacía un año que no lo veía”. Armando Delfino, el representante de Gardel, es quien la va a buscar a Francia a doña Berta, quien en el trayecto le cuenta: “Me trajo un disco de prueba, que le habían prestado, cuando vino a verme a Toulouse en Septiembre. Lo oí una vez porque se llevó el disco consigo, para devolverlo.”
“Isabel del Valle, (su ex novia) había visto por última vez a Gardel cuando se embarcó rumbo a Europa, en noviembre de 1933,… Si bien la relación estaba prácticamente acabada, Isabel seguía teniendo esperanzas; Medellín acabó con sus ilusiones. Cuando él murió yo tenía veintiseis años y créame que me resistí a admitir su muerte, hasta que me convencieron los amigos…”
Su gran amigo de los comienzos José Francisco Razzano, alias “El Oriental”, también sintió mucha congoja. “Pese a que llevaba mucho tiempo distanciado de Gardel,… dijo al día siguiente” Desde anoche, cada vez que hablo de él, siento como un nudo en la garganta”.
Irineo Leguisamo su gran amigo jockey “quedó paralizado en su silla, sin poder reaccionar ante la magnitud de la catástrofe. “Figurate vos…-comentó a la prensa tres días después- era como para volverse loco. Yo no quería creer. Carlos ha muerto. Carlos ha muerto, me decía a mí mismo. Y no quería creerlo. No podía creerlo… Me quedé en mi casa arrinconado y tranquilo, con la pena de haber perdido al más grande de mis amigos. Al hermano del corazón de oro, que tenía la manera más linda de comprender la amistad.”
El último tango que Gardel canta a solicitud de una persona del público que lo escuchó la noche del 23 de junio del año 1935, casi como un preludio fue “Silencio”.
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FUENTES CONSULTADAS
Barsky, Julián y Osvaldo: “GARDEL. La Biografía” Editorial Taurus. Buenos Aires, primera edición 2004
luisroldan.blogspot,com ¿Gardel en Telén? 18-4-2009
luisroldan.blogspot.com Carlos Gardel “El Zorzal Criollo” 23-6-2015