Luigi Cesanelli, constructor italiano en Victorica

El año 1908, aproximadamente a mediados del mes de mayo arribaba a Victorica, Departamento Loventué, Territorio Nacional de la Gobernación de la Pampa Central, el primer tren del entonces Ferrocarril del Oeste tirado por una máquina a vapor.

Durante los meses previos la cuadrilla del personal que venía construyendo los galpones de chapa, seguía terminando las viviendas para el personal. En la parte posterior de la misma estación vivía el Jefe de la Estación. Al costado estaban las viviendas de los auxiliares, el cambista y otros, según la importancia de la actividad.

En el pueblo, que había sido fundado un 12 de febrero del año 1882, ya estaban radicados con sus familias y trabajando en su profesión de constructores los italianos Vicente PapaleoJosé Vitanza y Donato Zaraccini.

Los que llegaron construyendo las obras mencionadas del ferrocarril, fueron los italianos Luigi CesanelliCarmelo Lamónica y varios de otras nacionalidades.

Luigi Cesanelli había nacido el 26 de abril del año 1888 en la Comuna  Sant’ Angelo di Impontano, provincia de Macerata, región del Marche en Italia. Fueron sus padres Salvatore Cesanelli y María Riccucci. Conformaban la familia dos hermanos más, un varón y una mujer.

Presumimos que Luigi y su familia acordaron su partida. Intuimos que influyeron en la decisión, la vigencia de la ley del Mayorazgo, la cercanía del ingreso al servicio militar obligatorio y la condición de familia pobre dedicados a la agricultura, en una pequeña parcela.

Después que terminó su tarea, en el entonces Ferrocarril del Oeste, Luigi fue tanteando los posibles trabajos en la planta urbana y en los campos de los alrededores, chacras y estancias. En aquellos años del Primer Centenario de Argentina, en el Territorio Nacional de la Pampa Central, todavía muchas familias vivían en el campo y en esas explotaciones agropecuarias trabajaban personas que necesitaban mejorar sus antiguos ranchos de adobe crudo o de pared de chorizo, construídos con tierra negra y paja del pasto puna.

La Municipalidad lo designó como Encargado de Líneas y Niveles, dado que necesitaban que se mantuviera la línea en las edificaciones y los niveles en las veredas, para favorecer el correcto desagüe de las aguas de lluvia. Eso fue una buena carta de presentación para sus aspiraciones, pero no le pagaban nada, dado que su contrato era gratuito.

Cuando consiguió hacer algunos ahorros con los ingresos de la actividad privada, lo primero que hizo fue comprar un sulky con caballo, para poder trasladarse junto con sus herramientas, el balde para la mezcla, las reglas, el fratacho, la plomada y el nivel de un lugar a otro.

A medida que transcurrían los años para Cesanelli iba mejorando la perspectiva de su inserción en el mercado de la construcción local. Don Vicente Papaleo se fue de Victorica a radicarse en Buenos Aires y eso produjo una redistribución en la demanda entre los que quedaron. En esos primeros años su socio fue el amigo Carmelo Lamónica, con quien compartían herramientas y andamios.

El trabajo era la parte más importante de su vida y en eso estaba centrada la responsabilidad. Pero los fines de semana se arrimaba al local de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Umberto 1º” para disfrutar de las actividades culturales que allí se brindaban y a parlar con algunos inmigrantes de su colectividad, además de conocerlos, era la oportunidad de presentarse y dialogar sobre su oficio en el cocoliche todavía bastante cerrado.

Se había albergado en la Fonda de la familia Gesualdi-Papaleo, así que ellos también cooperaron con sus comentarios positivos sobre la forma de ser y actuar de Luigi Cesanelli, en una época donde todavía la palabra empeñada tenía valor y se cumplía, aunque no hubiese papeles firmados.

Don Luis Gómez, el español dueño del Almacén de Ramos Generales frente a la estación del ferrocarril, fue el primer funcionario que conoció y con el que realizó algunos trabajos, para la Municipalidad y otros para privados, por su recomendación.

Cuando llego el año 1918, había pasado una década de su inserción en la comunidad victoriquense y ya tenía fama de hombre responsable, trabajador y servicial. Fue por eso que cuando la Municipalidad decidió comenzar la construcción del Salón de Actos, él fue el seleccionado, porque además de esas cualidades personales tenía también el tino de no querer hacerse rico (“hacere la América” se decía) en poco tiempo, por eso sus presupuestos eran razonables.

Esta será la primera gran obra en un lugar muy visible a los ojos de los futuros demandantes de servicios de la construcción para el futuro. Ese Salón, bautizado con el nombre de “General Benjamín Victorica“, todavía está en pie, frente a la plaza y este es el año del Centenario en que comenzó su construcción, recién finalizada el año 1.920, según dice el mármol blanco en el umbral de la puerta de acceso al mismo. Su inauguración se llevó a cabo recién el día 30 de agosto del año 1.921 con la asistencia del Gobernador del Territorio y las autoridades municipales.

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