Desde Telén hacia el oeste rumbo al límite con Mendoza y Neuquén, comenzaba la travesía. En las primeras décadas del siglo XX, no existían caminos, solo huellas por la que transitaban los carros. Eran las antiguas rastrilladas que utilizaron una y otra vez los aborígenes de la zona para llevar sus caballadas a pastar o arrear las haciendas maloneadas.
El Ferrocarril del Oeste llegó hasta Telén (1908) y allí quedó definitivamente, porque la Guerra Mundial de 1914 desalentó las inversiones extranjeras.
Los primeros automotores llegaron a la zona a principios de la década de 1920. De a poco fueron sustituyendo a los carros. Pero cuando los ríos Salado y Atuel traían mucha agua, era muy riesgoso para intentar pasar, dado que no había puente aún.
Así que como esa una travesía, tampoco existían líneas de colectivos para la zona oeste. Las personas solían entonces viajar en las cajas de los camiones, a veces compartiendo el lugar con las mercaderías o los frutos del país que se transportaban.
Para ir en carro desde Santa Isabel hasta Victorica, solía llevar varias semanas, sobre todo si se venía con mucha carga como lienzos de lana. Había que llevar lonas para tapar la carga. Pero como los primeros camiones como el que se ve en la imagen tenían poca potencia tampoco se los podía cargar demasiado. Nótese que no tiene baranda alta. Por eso había que llevar comida para la travesía, ropa adecuada por los cambios climáticos y linternas o candiles para las noches.