El día que Félix Romero lloró

El niño, nacido en la Villa de Rosario de Tama, Departamento General Angel V. Peñaloza de La Rioja,  llegó con sus padres a Victorica el año 1892, nunca imaginó lo que el destino le tenía preparado. Eran una familia muy pobre, que habían emigrado de una provincia pobre, hacia un Territorio Nacional donde estaba todo por hacerse aún y tierras fiscales por poblar. Vinieron trabajando en el trayecto en campos de San Luis. El niño Félix tenía doce años cuando los contrataron en el desmonte del campo de Menvielle en Villa Mercedes. En esa provincia el niño Romero cursa hasta curto grado. Al llegar a Victorica, su madre Lorenza, trabajaba en el rancho de lavandera y planchadora. Su padre en el cementerio y él mismo fue jornalero municipal cortando yuyos en las calles del pueblo.

El maestro francés, y antiguo capitán del ejército galo de Fougéres, supo ver en él actitudes valiosas y aptitudes sobresalientes. Por eso luego de tenerlo como alumno, lo designó como ayudante. El Inspector Raúl B. Díaz se negó en principio a designarlo en un cargo de maestro, porque no tenía diploma.

Sin embargo tiempo después tuvo que reconsiderar su negativa, dado que no conseguía nuevos maestros diplomados. Le tomó un examen, que “Romerito”, como le decían sus amigos, aprobó íntegramente, demostrando que era buen lector, condición previa para poder escribir correctamente. Hábil para resolver cálculos mentalmente y sobre todo tenía buena dicción.

El joven maestro con sus alumnos de 2º grado en el patio donde estaban las aulas en que comenzó a dar clases antes del año 1905 (Foto archivo salesiano Victorica)

Comenzó a dar clases en una de las aulas que fueron cedidas a la Escuela de varones Nº 7 por el Párroco italiano Roggerone, “el cura gaucho”. Tiempo después y dada la pobreza que el maestro observaba en los alumnos y sobre todo la falta de libros y biblioteca escolar, comienza a desplegar el sueño de una biblioteca popular. Para hacer justicia a la memoria de Romero dejo constancia que fue Director Interino desde el 6 de noviembre de 1903 hasta el 26 de julio de 1904.

El 6 de junio de 1905 abre sus puertas la Biblioteca Popular “Bartolomé Mitre”, en una de las aulas de la Parroquia, atendida por su primer bibliotecario el maestro puntano Laureano González. Félix Romero y Pedro Telmo Lobo, el bachiller que lo acompañó en la gestación, donaron sus libros a los que se sumaron los que le hicieron llegar otros vecinos, en respuesta a una colecta que se inició meses antes, que incluía revistas y también diarios, que llegaban por las mensajerías desde Trenque Lauquen o Villa Mercedes.

A los pocos meses la Biblioteca por gestiones de su Comisión Directiva, es amparada dentro de la Ley Nacional Nº 419 y por ende a partir de entonces es beneficiaria del subsidio que administraba el Consejo Nacional de Educación, para la compra de libros.

Dice el RPS Celso Valla “El terreno anexo a la iglesia, por orden del Gobierno de la Nación, desde 1909, estaba escriturado a nombre de la Curia Eclesiástica de La Plata, pero sus construcciones que habían servido para la enseñanza oficial, a partir de 1905, habían sido cedidas en préstamo por la municipalidad a la biblioteca popular “Bartolomé Mitre”. El padre Roggerone, por otra parte había accedido al pedido de las autoridades de dicha entidad concediéndoles el uso del inmueble, hasta que la Curia lo reclamara. Esto se produjo en 1915; y acarreará disgustos e incidencias entre los dirigentes de la biblioteca obstinados en no entregar el edificio y el padre Félix (Capriolo) en reclamarlo en nombre de la Curia Eclesiástica.”

El maestro Félix Romero a partir de 1.914 había sido designado como director de la Escuela 69 de las Chacras, a dos leguas de Victorica y en 1918 será ascendido a Director de la Escuela 56 de Loventuel, donde creó la biblioteca escolar. Lobo se había ausentado de Victorica y su protector y amigo, el maestro Miguel De Fougéres, que había sido el primer director de la escuela de Telén, también había partido rumbo a Santa Rosa y luego de un lapso se radicó definitivamente en General Pico.

Romerito se sentía triste, pero junto al grupo que lo apoyaban resistieron durante casi tres años tratando de hacer entrar en razones a los reclamantes, quienes aducían que necesitaban el predio, dado que allí levantarían “la construcción del futuro colegio.” El maestro tenía claro que la Biblioteca no se podía instalar fuera del circuito histórico de la plaza donde estaba la escuela.

No se consiguió Juez en la localidad que cumpliera con la orden de desalojo, tuvieron que traer de otro pueblo y el desprecio de la institución eclesiástica hacia el faro de la cultura popular, se produjo un 5 de octubre del año 1918. El 23 de septiembre se había conmemorado el Día de las Bibliotecas Populares en todo el país y también en el Territorio Nacional de la Pampa Central, en el cual era la primera, la decana de todas las que se fundaron después.

Imagen tomada el día del desalojo de la Biblioteca Popular, frente al local que hasta ese momento era su sede. (Foto Adriana Gómez Luna)
Cuando Félix Romero llegó al lugar y vio la triste escena que muestra la imagen de la fotografía de ese día, todos lo vieron sacar el pañuelo para enjugar sus lágrimas de profundo dolor, ante la injusticia, el agravio sin sentido y el atropello que se había cometido. Fue tan profundo su sentimiento, que se le produjo un vahído, del que fue socorrido por su amigo el maestro Hildebrando Ortíz, el primer presidente de la Biblioteca y en ese momento Director de la escuela 7.

Los muebles, libros, diccionarios, colecciones, cuadros, más los diarios y revistas de la hemeroteca, fueron llevados a un aula de la escuela de varones para evitar daños mayores al ultraje cometido. Recién el año 1922  abrió las puertas la escuela salesiana y cinco años más tarde la Biblioteca pudo acceder a su edificio propio, previo a deambular por locales alquilados.

¿Habrá tenido que ver la postura laica de Romerito, que se había opuesto tenázmente, junto con su esposa y otro grupo de seguidores, a que la Asociación de Beneficencia fundada el año 1908, llevase el nombre de la Virgen de las Mercedes, levantando la bandera del laicismo?

¿Pudo haber influido su filiación socialista, habiendo sido concejal electo por la minoría en dos oportunidades? ¿Habrá incidido en los ánimos injuriandis de un sector de aportantes a la parroquia, que no había visto con buenos ojos los reclamos de “Romerito”, para que se cumplieran las 8 horas de jornada máxima de trabajo, realizados desde la Biblioteca el mismo año 1905?

Por último ¿se habrá mezclado el temor hacia “Romerito” a que se convirtiese en un líder de esas “Cosas Nuevas” sobre las que había hablado el Papa León XIII en su encíclica de 1891 “Rerum Novarum”?

En definitiva esa “personalidad recta, incontaminada, siempre alejada del pesimismo negativo o destructor” ¿se convirtió en una amenaza al estatu quo clerical de los ortodoxos, sobre todo porque era “una voluntad de trabajo arremetiendo contra todos los prejuicios, para elevar la dinastía de los jóvenes y de los humildes” como ocurriría años después con la joven Evita?

Félix Romero en primer plano como fiscal de la mesa Nº 2. La preside Antonio Vidal Saenz al centro, de saco oscuro el comisario, de saco claro el maestro Eduardo Ares Jarrín y Guillermo Fraguela. Parados un policía de custodia y don Ramón Appap otro fiscal (Foto Fondo Vidal)

Romero vivió sus últimos años en Telén, acompañando a su esposa, la maestra puntana María Julia Quintana, que fue presidenta de la Asociación de Beneficencia y directora de la Escuela Nº 9. Allí fundó la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia” el año 1931. Tanto en Victorica como en Telén ejerció el periodismo creando y dirigiendo periódicos y revistas cuyos nombres dicen mucho de su ideario: “La Verdad”, “Los Principios”, “La Voz del Oeste”, “El Pueblo”. Fue además corresponsal de La Arena en sus comienzos. El diario se hizo eco de una conferencia a su cargo dictada el 30 de septiembre de 1933 destacando “el momento decisivo que vive el mundo y el régimen social, que durante siglos ha venido imperando como así la bancarrota que éste está viviendo. Ocupose de manera acertada sobre el cooperativismo a cuya estructura calificó de “Democracia Social”.

Lamentablemente los restos de quien fuese en vida “Romerito”, fallecido en diciembre de 1935 en Mendoza, fueron a parar al osario el 10 de abril de 1946, no pudiendo sus exalumnos cumplir con el objetivo de traerlos al cementerio de Victorica. Su rancho paterno fue víctima de un plan antirancho a finales de la década de 1960. Lo único que queda, dado que no tuvo descendencia familiar, es su obra más excelsa la Biblioteca, que no lleva su nombre, a pesar que el maestro Armando Romero Chavez propuso en 1930 como presidente, que “con un aplauso se rubrique la idea de que el salón sea denominado “Salón Félix Romero”, recuerda Antonio Marzano. La Escuela Provincial de Comercio que si lo lleva, cuya comunidad educativa no lo debe olvidar nunca, es la que debiera tomar la posta, rescatando su personalidad permanentemente, como lo hizo la primera directora doña María Fredesbinda Bustos Bazán de Ares. En cambio la Escuela 7 que tiene el nombre de un militar que jamás pisó este territorio, y donde el joven maestro educó durante 19 años a muchos alumnos, sólo el aula que da frente al Banco de la Nación lleva su nombre, aunque lastimosamente, no hay nada que así la identifique.

Bibliografía consultada
Pérez, Benicio Delfin: “Felix Romero. Enfoques biográficos de su personalidad” General Pico La Pampa Octubre 10 de 1972
Valla, Celso: “José Durando. El Apóstol del Oeste”. Victorica 1972
Marzano, Antonio: “Felix Romero, Maestro” Ediciones Tiempo de Cultura, Provincia de Buenos Aires 17 de agosto de 1979
Roldán, Luis Ernesto “Félix Romero. Docente, periodista, político, trabajador cultural”. Victorica, octubre de 1984

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