Un día del mes de octubre del año 2007 en su casa de la calle Raúl B. Díaz, bien al fondo, donde tenía una antigua fábrica de mosaicos calcáreos conversamos con este compañero y amigo que ya ha partido.
Había nacido en un campo situado entre Limay Mahuida y La Reforma. El vecino más cerca, en ese entonces, estaba como a una legua de distancia. La mayoría eran campos sin alambrar todavía, en algunos solo un cerco de ramas, como para que no se escaparan las chivas o las ovejas.
“Un viejo conocido del finadito papá, un tal Juarez me pidió a mi padre -vió que en ésa época sin permiso de los padres uno no se largaba solo-, para que con un hijo de él, le adyudáramos a esquilar”, recuerda Ciriaco y prosigue. “Salimos y volvimos por Pichi Mericó, más o menos el año 1938/9. Esquilábamos a máquina y a tijera”.
Habla sin detenerse, porque los recuerdos le fluyen nítidos: “Ahí estuvimos esquilando en la casa de Damacio Peralta y Marcelina su hermana. Eran como diez mil ovejas. Ellos le alquilaban a Ibrahim Saran. Eran cuatro leguas, un lote completo (o sea diez mil hectáreas) Otro hermano que estaba con ellos en una legua se llamaba Celestino”, y acota risueño Ciriaco “más borracho que el vino”. “Celestino le administaba el capital a doña Marcelina aclara”.
“La cuadrilla esquiladora éramos como quince”, evoca el paisano. “Hemos estado como un mes y pico, porque por ahí llovía. No había monte, eran campos limpios. Tenían alambre y un poco corral de ramas, porque hay poco monte en esa zona” me explica.
Y sin que le pregunte nada, agrega esto relacionado con la conversación que habíamos mantenido antes: “Don Damacio era casado con Paulina Ortellado, era un hombre de alrededor de 30 años, tenía hijos. Celestino, creo que era el mayor”. Paulina Ortellado fue bautizada por el RPS José Durando el día 29 de marzo del año 1919 en el paraje Pichi Mericó. Era hija de Pedro Ortellado y Mercedes Quiña, fueron sus padrinos Segundo Quiña y Fortunata Juarez.
A continuación el antiguo esquilador evocó estos otros recuerdos: “Nosotros llegamos en la noche con los otros muchachos que ya estaban acostumbrados. Yo era la primera vez que salía, tendría 16 o 17 años. Yo había trabajado pero ahí enfrente de casa por las alpargatas” dice como a modo de queja atragantada.
Y agrega algo sobre una cuestión que le había llamado mucho la atención: “Cuando Celestino se ponía en pedo se ponía re mal y quería pelear. Yo les decía a los otros, porque no nos vamos y ellos me decían, no hagas caso, no pasa nada”. Le hago una pregunta sobre los Peralta y me contesta: “Yo no se si tocaba la guitarra, música si, porque tenían vitrola”.
Ya cerrando la conversación Ciriaco me hace esta última referencia: “Yo me crié cuidando ovejas, estaba al lado de una salina entre La Reforma y Limay Mahuida hacia el sur. Yo solo, cuidaba siete mil ovejas. Los primeros tiempos tenía miedo de quedarme solo. Ahí lo conocí a Vairoleto, porque era conocido de Juarez”. El Juan Bautista Vairoleto era prófugo de la policía, dado que había matado en Eduardo Castex a un uniformado por discusión de polleras en un prostíbulo. y Agrega como último recuerdo: “Desde La Reforma para “La Cautiva” (paraje) ahí había un boliche de un tal Albornóz.”