El escritor pampeano Ariel Hugo Vazquez, que se presenta bajo seudónimo como “Alpataco”, nació en la zona rural del pueblo de La Humada, en el Departamento Chicalco, de la provincia de La Pampa.
Es hijo de don Mario Vazquez y doña María Salinas. Su padre desciende de Juan Vazquez, quien estaba casado con Aquilina Gadea, de cuya familia nacieron once hijos. Por su parte la madre desciende de la pareja formada por don Sabino Salinas y doña Edelmira Lucero, quienes engendraron dieciocho hijos.
Su abuelo paterno era don Juan de Dios Vazquez, quien había nacido (1876) en San Rafael (Mendoza), uniéndose en matrimonio a los 24 años con Enriqueta Ribas de 20 años. Según se sabe en la familia, su abuelo paterno realizó el oficio de chasqui a caballo, por lo que desempeñando esa función habría conocido la zona del noroeste, de la entonces Gobernación de la Pampa Central.
Ariel cursó sus estudios de nivel primario en la Escuela Hogar de La Humada. Posteriormente realizó estudios de nivel secundario en la escuela Técnica de Telén. Su padrino es el conocido cantautor Juan Pagano, ex Intendente de La Humada.
Su padre es uno de los tantos puesteros de la extensa y despoblada comarca de aquella zona de La Humada, en donde los pueblos originarios usaron el fuego y el humo como tácticas para despistar al adversario o comunicarse con los demás paisanos.
No se puede dejar de mencionar que el Departamento Chicalcó está comprendido dentro de la isohieta de 300 milímetros, que los suelos no son de buena calidad y que el agua subterránea está a mucha profundidad y no siempre es de buena calidad.
El Departamento Chicalco tiene una superficie de 9.117 kms2 y su altitud es de 824 m.s.n.m.. El único recurso hídrico superficial es el manantial de “Agua de Torres”. La planicie contiene el “Cerro Negro” que es el lugar más alto de La Pampa, superando los 1.100 metros de altura.
La evolución de la población departamental desde 1970 cuando se estableció 920 habitantes, se alcanzó 1.595 en el 2001, registrándose un retroceso en el último censo del año 2010 en el que sólo se contaron 1.502 personas. De ese total 794 fueron hombres y 708 mujeres,determinándose que 146 eran analfabetos.
En cuanto a los grupos por edad predomina la población económicamente activa con 880 personas, le sigue el grupo de 0 a 14 años con 508 personas y en tanto las personas de la denominada tercera edad totalizan 114. La tasa de mortalidad es del 2,0 por mil.
El pueblo de La Humada, capital del Departamento Chicalco tiene 963 habitantes según las cifras del último censo nacional de población del año 2010.
La imagen de arriba es la foto que tomó su amiga fotógrafa Ana María Zorzi y que Ariel eligió para ilustrar la tapa de su tercer libro titulado “Los últimos Puesteros”, publicado en Santa Rosa el mes de noviembre del 2019 y editado por 7 Sellos Editorial.
El libro está dedicado a “los precursores que poblaron el Oeste Pampeano”, quienes cavaron a pico y pala “pozos en campos abiertos” (sin alambrados) y allí levantaron sus ranchos de “adobe y barro”. Esos Puesteros, entre los que estuvieron sus padres y abuelos le pusieron el hombro a las más diversas tareas y debieron hacer frente a las adversidades del clima desértico, la falta de insumos, la pobreza siempre merodeando y las demás dificultades.
Muchos ya han muerto, dejando el “ejemplo de lucha y resistencia” de una vida trajinada, compleja, que a muchos, por diversas razones los obligó a tomar el camino del éxodo.
“Nunca podrán” es el título del poema que Ariel H. Vazquez creó para describir esta situación injusta que en su primera estrofa dice: “Aunque nos compren las tierras/ y nos cierren las tranqueras,
aunque saquen puerta afuera/ enlazado al campesino,
no borrarán el camino/ de tanta gente campera.”
No quedan Puesteros.
“En el potro de la ausencia / se van galopando al cielo,/
llevándose de este suelo/ toda su historia de vida,
solo quedan las heridas/ de los últimos puesteros.
No hay señal de los motivos/ dicen que son orejanos,
pero no quedan paisanos/ que habiten por esta tierra
como si fuera una guerra/ quedaron los espartanos.
Dicen que ha sido el alambre/ el que ha espantado al gauchaje,
otros piensan que es el viaje/ que le han quitado el Atuel
vestigios de ese acto cruel/ que les trabó el engranaje.
Los Puestos quedaron solos/ se han volado los sombreros,
ya se secaron los cueros/ en los fogones del tiempo,
sólo suspiran los vientos/ de los últimos Puesteros.”