Movimiento de Recuperación Nacional en La Pampa

Para comprender que sucedió el 9 de junio del año 1956 en Argentina y en la flamante provincia Eva Perón (nombre eliminado por la denominada “Revolución Libertadora” de 1955) y de La Pampa después, hay que contextualizar previamente, los sucesos políticos del año 1955. Un año antes, más precisamente el 16 de junio un grupo de aviadores rebeldes, de la aviación naval bombardearon Plaza de Mayo y la Casa Rosada, donde supuestamente estaría el presidente Perón, con la intención de asesinarlo.

Se calcula que fueron 355 civiles los muertos,  los hospitales de la zona colapsaron por los más de 600 heridos que debieron atender. Los ataques de los sectores antiperonistas se intensificaron y el 16 de septiembre de ese año lo derrocaron mediante un golpe de Estado, apoyado por la Iglesia y los partidos de la oposición.

Recordemos que el Presidente Juan Domingo Perón, había sido reelecto para un segundo mandato por el voto popular del 63,40 % de los votos emitidos en Noviembre de 1951, la UCR el 32,28 %, el Partido Comunista el 0,95 % y el Partido Socialista el 0,74 %. El mandato comenzó el 4 de junio de 1952 y debía finalizar el año 1.958.

La que asumió se autodenominó “Revolución Libertadora”,  mediante un decreto del gobierno de facto, derogó la Constitución Nacional que se había aprobado en la Convención Constituyente el año 1949 y en la cual se habían introducido los derechos sociales, económicos y culturales que no contenía la vieja Constitución liberal sancionada en 1853.

En la provincia de La Pampa, en ésa época denominada provincia Eva Perón, desde la asunción del primer gobernador, electo por la voluntad popular, que asumió el 4 de junio del año 1953, fue el Doctor Salvador Ananía, acompañado en el cargo de Vicegobernador por Miguel Ardohain un empresario agropecuario.

En las dependencias del Distrito Militar Nº 65 de Santa Rosa, estaba a cargo del Capitán del Ejército Adolfo César Pillipeaux, quien había sido trasladado, luego de la revolución denominada “libertadora”, al frente de la cual estaban los dictadores, el general Pedro Eugenio Aramburu y el Almirante Isaac Francisco Rojas, como un castigo por haber pertenecido a la guardia del General Perón.

Perón estaba en el exilio, camino que había elegido para evitar más derramamiento de sangre del pueblo argentino. Su primera etapa había sido en Paraguay, luego Panamá, después Venezuela y finalmente su llegada a España, donde gobernaba el generalísimo Francisco Franco, a cuyo gobierno había ayudado, enviándole víveres, de cuya cooperación fue portadora Evita como Embajadora. Este gesto de solidaridad política con el pueblo español, permitió salir del acoso al que estaba siendo sometido por los aliados, como castigo por su alianza con Alemania e Italia durante la guerra civil española, preludio de la Segunda Guerra Mundial.

Durante esos primeros tiempos de resistencia de las bases peronistas, se produjeron acciones, varias de las cuales no habían sido consultadas previamente con el líder, que trataba de mantener la conducción y evitar la dispersión, tanto en las filas gremiales, como en las filas partidarias que estaban siendo perseguidas y sometidas a la violencia de la represión y la cárcel.

Tapa del libro editado por el Profesor universitario Jorge L. Ferrari, docente de la Universidad Nacional de La Pampa, en el que se pueden leer en cinco capítulos y más de 240 páginas, los sucesos en dicha provincia y los testimonios judiciales, luego del proceso a los responsables.

Como Phillipeaux no conocía el ambiente pampeano, fue tomando contacto con los más cercanos en Santa Rosa. Por ejemplo con el Comisario retirado José Aquiles Regazzoli, con el fotógrafo Héctor Zolecio, con el ex juez federal cesanteado, Agustín Nores Martínez y con algunos dirigentes sindicales que habían sido desplazados de la conducción de sus gremios y de la CGT que había sido intervenida. Entre los que estaban: Rodil, ex delegado de la CGT, Rodolfo de Diego empleado público.

Foto tomada en el Salón del Partido Justicialista de Santa Rosa, durante los años del gobierno de Don José Aquiles Regazzoli, quien se encuentra al centro de anteojos ahumados. A su lado hacia la izquierda el Capitán Pillipeaux, seguido de traje claro de Don Nicolás Navarro suboficial del Ejército y Secretario de la Gobernación, entre ellos de traje oscuro el Capitán César Pillipeaux
La sublevación fue organizada en Buenos Aires como un intento de recuperar el poder para reinstalar el gobierno constitucional que había sido destituido por el Golpe de Estado. La operación  había sido denominada “Movimiento de Recuperación Nacional”.
Antes de regresar desde Buenos Aires, donde había participado en una reunión de planificación previa, a Santa Rosa, el General Valle se le acercó a Nores Martínez y le dijo: “no se olvide que se trata de una lucha entre hermanos. Evite el derramamiento de sangre”. Sin embargo Valle y otros más fueron fusilados.

El Movimiento de Recuperación Nacional era conocido por la dictadura, que dejó llevarlo a cabo para dar un escarmiento mediante fusilamientos.
En la declaración indagatoria ante la Policía Federal en Santa Rosa, el Capitán Pillipeaux declaró posteriormente que antes de salir aquella noche les había dicho a los soldados: “Que había en el país una gran revolución nacional; que ellos iban a actuar a sus órdenes; que debía respetarse a todas las personas sin interesar partidos políticos; que había que evitar derramamiento de sangre y que nadie debía tirar ningún tiro por ninguna causa: que estuviesen tranquilos que el iba a actuar delante de ellos”.
Efectivamente durante los sucesos no hubo ningún herido a pesar que muchos portaron armas. Tomaron la Jefatura de Policía, tomaron la Gobernación, silenciaron las propaladoras y hasta tomaron la filial de la Radio Nacional, pero cometieron un error. Esto lo reconoce en una entrevista de Walter Cazenave don José Aquiles Regazzoli que en un párrafo de la misma dice “en 20 minutos tuvimos todo copado… Lo único que nos faltó fue el teléfono porque no sé si se durmió el encargado de tomar la central”.
Ese problema significó que el gobernador se podía comunicar perfectamente con Buenos Aires y cualquier parte del país, sin dificultades. Por eso pudo solicitar apoyo aéreo, el que llegó desde San Luis de la base aérea que descargaron sus bombas sobre la planta de la radio nacional, donde horas antes se había leído la proclama. 

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