Capdeville y la leyenda del túnel en Telén

De acuerdo con la leyenda, durante la permanencia de Alfonso Capdeville, el bachiller francés, junto a su familia, en la residencia denominada “El Alto” en Telén, habría hecho construir, desde el sótano de la vivienda un par de túneles.
El primero habría sido construido, antes que llegara al pueblo que fundara en 1901, el Ferrocarril del Oeste (1908), la línea que más al oeste del Territorio Nacional de la Pampa Central ingresó, con el proyecto de continuar hasta alcanzar las costas del Río Colorado.

Según la versión, este túnel habría sido cavado a cielo abierto, para conectar el sótano de su residencia con la de su vecino y amigo Ayechu, ( dueño de la estancia “La María Luisa”), que antes había sido la vivienda de su yerno Balech, casado con su hija Juana, quien tenía su hogar hacia el este, aproximadamente a un par de cuadras, que también tenía sótano. De allí, la construcción del falso túnel, se dirigía hacia el norte para desembocar en los alrededores del cementerio, donde su gente lo esperaba con una berlina atada a cuatro buenos caballos, para iniciar la fuga.

Esa necesidad de tener que salir  por este lugar, era a los efectos de evitar ser visto por la Policía, que en varias ocasiones llegó hasta su residencia con ordenes del Juez, por denuncias recibidas relacionadas con abigeatos, usurpación de tierras, transporte de frutos del país sin la guía correspondiente y falsificación de marcas y señales, entre otras cuestiones litigiosas.

En una nota del Intendente de Telén, Carlos V. Renevier, (farmaceutico) fechada en esa localidad el 12 de febrero del año 1.940, elevada al Gobernador del Territorio Nacional de la Pampa Central, se puede leer: “Cuéntase que allá por el año 1.902, se acusó a Capdeville por falta de propiedad de una partida de cuerambre, que ya enfardados se disponía a remitirse a Europa, y desde Santa Rosa se ordenó su detención.

El Comisario encargado de tomarlo preso se presentó con varios gendarmes en la casa de comercio, pero este que se hallaba enterado de la denuncia obligó al empleado de policía a abandonar inmediatamente su domicilio, asegurándole que no se iba a dejar detener por cuanto era un complot de varios egoístas que habían engañado a las autoridades de la Gobernación”.

Esta fotografía que tomé, está mirando hacia el lado donde estaba la casa de su hija Juana, casada con Balech y que después fuese la propiedad de Ayechu, que fue demolida.

“Muy convincentes debieron ser las razones expuestas, pues el comisario se retiró en el acto para comunicar lo ocurrido a Santa Rosa y pedir refuerzos denunciando que el señor Capdeville se encontraba atrincherado en su domicilio con varios hombres armados a sus ordenes; pero dejando un cordón policial que impidiera la huida del señor Capdeville, pues temían que se pudiera ausentar para Buenos Aires y poner en conocimiento del hecho al general Julio A. Roca, de quien era amigo personal y por entonces presidente de la República.”

Nos contó Antonio “Tono” Villoria, el oficial de albañil de nuestro abuelo Luigi Cesanelli, que cuando demolieron “El Alto”, sacaban del sótano las paladas de cápsulas servidas de armas de fuego, dado que ese era el lugar desde donde ahuyentaban, sus guardaespaldas, a todo aquel que se acercara con intenciones aviesas, fuesen personas o animales.

Y  seguidamente continúa la descripción de Renevier: “Don Alfonso Capdeville burló la vigilancia y se ausentó para Toay, donde pensaba tomar el tren. Enterada la policía de Santa Rosa se apresta para detenerlo e impedir que pueda embarcarse. Pero el fugitivo que era amigo también del Gerente del Ferrocarril Sur consigue que la locomotora que debe conducir el tren, salga hasta un paso a nivel de las afueras del pueblo y lo conduzca a él hasta Naicó; queda ahí el señor Capdeville mientras la locomotora regresa a buscar el tren. A la hora que debía  partir el convoy llega a la estación el vehículo particular del señor Capdeville, pero el que iba a embarcarse no era el propio señor Capdeville, sino un señor comprador de cueros que lo había acompañado a aquel desde Telén.”

“La policía quedó desconcertada. El tren partió sin que se pudiera explicar la ausencia del señor Capdeville, mientras éste aguardaba el tren en la estación de Naicó. Sigue a Bahía Blanca de donde continúa a Buenos Aires y acompañado de sus amigos Carlos Casares y Carlos Pellegrini se presentó al General Roca. Esta aventura costó un serio disgusto al Gobernador y otras autoridades del Territorio”, finaliza el relato, que deja constancia de uno de los tantos ardides que inventaba este hombre intrépido, audaz y osado.

La decisión de fundar el Banco de Crédito Rural en Telén de Capdeville y sus socios estuvo relacionada con la estrategia comercial, financiera y política de tener una entidad que acompañara las necesidades de inversiones del grupo. Fundamentalmente dado que desde 1909 se había instalado una sucursal del Banco de la Nación Argentina en Victorica. Pero al fracasar la agricultura en la Colonia Telén, a pesar de algunos años en que se logró cosechar alfalfa de buena calidad, la devolución de los auto préstamos no fue posible cumplir en tiempo y forma. Además el ensayo de las varias hectáreas de viña tampoco dio resultados positivos.

Su abandono de Telén para instalarse en “El Sosneado” provincia de Mendoza (1910) donde pondrá en marcha una estancia y con un grupo de inversores alemanes, tratarán de explotar una mina de azufre y la concesión del salto “El Nihuil”, con la intención de instalar una represa, terminará con la liquidación del Banco que estaba totalmente descapitalizado por los deudores morosos, litigiosos e incobrables.

El golpe de gracia se produce el año 1914, cuando en Europa comienza la Primera Guerra Mundial, dado que varios de sus socios se van a Francia a ponerse a disposición de su patria y a reintegrarse a sus familias y atender los negocios allí.

Monumento inaugurado en el centro de la plaza de Telén el día 15 de agosto del año 1.921, dando la espalda a la Iglesia, algunos dicen que esto obedece a que pertenencía a la masonería argentina.

El año 1.918 es embargada por los acreedores la quinta Nº 127 de Telén. “Todas las referencias indican que se trataba de “El Alto”, la residencia de Capdeville y símbolo del progreso y pujanza de esta población. En 1.924 es rematada en Santa Rosa”, expresa Andrea Lluch, compiladora junto con Ana María Lasalle del libro “Arando en el desierto, itinerario fotográfico de la colonización francesa de Telén. Pampa Central, 1900-1914”.

Cuando la firma Bravo Barros & Cía de Buenos Aires imprime su volante publicitario, (1926) destaca como uno de los inmuebles del Remate, bajo el rubro El Lote de la Estancia “Telen”: Fracción B, del lote 12. Superficie 2 hectáreas, 93 áreas, 76 centiáreas. Buen edificio de material con 13 piezas y otras comodidades. Base $ 10.000″.

El segundo túnel que alimenta la leyenda es el que recuerdan algunas personas que todavía vivían en el pueblo hace unos años atrás. Héctor Vargas, a quienes hicimos un reportaje recordaba que en su niñez junto con sus amigos Vicente V y Nicasio A. un día se arriesgaron a introducirse en el hueco de un túnel que estaba al costado de la estación para el lado de los sanitarios. Pero como estaba lleno de telas, arañas y otras alimañas y era estrecho y muy oscuro no avanzaron más que unos pocos metros y salieron.

Algún informante me supo comentar que en cierta ocasión, un vecino que estaba construyendo cimientos para una nueva obra habría tropezado con rastros de este supuesto túnel. Al parecer, todo se tapó y apisonó bien, sin más trámite, tratando de sepultar definitivamente cualquier tipo de investigación, intento vano, porque de tanto en tanto, el tema vuelve a la superficie.

La leyenda dice que Capdeville cuando vio desmoronarse sus finanzas, en dicho túnel habría guardado algunas cosas de valor económico para eludir el secuestro y también bienes de valor afectivo, como los cuadros que pintaba al oleo su esposa Berta Tartieri y una berlina y otros bienes de menor tamaño pero alto precio. La imaginación fantasiosa dice que este supuesto túnel subterráneo tendría varias cuadras y comunicaba la estación con el sótano de “El Alto”.

La versión de la leyenda, se fue modificando a lo largo de las décadas, probablemente cargada de rumores, adornada para destacar la sagacidad de don Alfonso o resaltar la capacidad de patraña del francés, cuando no deformada y exagerada por esa natural tendencia de las narraciones de las cocinas y los boliches. Incluso aumentando la fábula para sobresaltar las cualidades del héroe, al que habían intentado matar varios, pero de cuyas intentonas siempre salió airoso.

En la fotografía de arriba, se puede observar al ras del suelo, entre las dos puertas, el acceso al túnel, desde la parte del patio trasero de la residencia demolida. Dicha residencia tenía también un altillo desde donde se observaba los movimientos en los alrededores, sobre todo del camino que venía desde Victorica.

Según nuestro amigo “Gringo” Garro, ya fallecido nos contó que estando él viviendo en Telén un Policía le relató que el año 1.939 había ingresado al túnel que estaba provisto de farolitos y tendría 1,20 metros de alto por 1 metro de ancho aproximadamente.

La leyenda ha cumplido varias décadas. Este año se cumplen cincuenta años que el tema es motivo de atención periodística. El diario La Arena en la página 15 de su edición del día 4 de octubre del año 1.969, el periodista escribió: “Aún hay en Telén quienes dicen que bajo ese parque debe haber túneles, subterráneos que pertenecieron a la finca de Capdeville. !Que pasado de luchas, misterios y conflictos no esconderían esas cavernas, de ser cierta su existencia…”!

A medida que transcurren los años y aparece algún nuevo testigo o conocedor de más datos, la leyenda se va renovando. El “Gringo”, me dijo que en el pueblo algunos sostenían que el francés, pícaro y para que nadie osare andar husmeando en lo que no le importaba, habría soltado dentro del túnel unas víboras que trajo del África y que tenían la particularidad de tener pelos en su lomo.

Capdeville se quitó la vida en su estancia en “El Sosneado” el año 1.920. Sus restos fueron trasladados a Telén y depositados en un mausoleo del cementerio en junio de 1921. Su esposa Berta, fallece en septiembre del mismo año. El año 1.922 en un confuso incidente muere baleado en el campo “La espuma” su hijo mayor Pablo. Su hijo menor Enrique, quedó administrando parte de las tierras que pertenecieron a su familia. Cuando un periodista le preguntó en la década de 1970 porque el campo se llama “La Amargura”, el contestó: “por los ratos amargos que uno ha pasado en la vida”.

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