Misionero Pampeano RPS Ángel Buodo.

Nació un 27 de junio de 1867 en el seno de una familia pobre, en Barco (Udine, Región del Friuli Venezia Giulia) Italia. Sus padres fueron Bartolomé Buodo y Juana Sacilotto. Se ha escrito que dichos padres vivieron y trabajaron en el campo, siendo una familia humilde, por lo que desde muy niño Ángel estuvo en contacto con la vida en la naturaleza.

En ese pequeño pueblo rural cursó sus estudios primarios, y posteriormente se graduó de perito agrónomo el año 1897. Poco tiempo después, llevado por su vocación sacerdotal, ingresó en la Congregación Salesiana de Turín, para vestir los hábitos de Don Bosco. Su gran anhelo fue ser misionero, y empujado por esa indeclinable vocación llegó a la Argentina, el año 1898.

Durante los primeros años, Buodo ejerció como maestro y profesor en San Nicolás y Uribelarrea, provincia de Buenos Aires donde había colegios salesianos.

Luego llegó al entonces Territorio Nacional de la Pampa Central un 13 de abril de 1914 en la galera de la Mensajería que lo traía desde la provincia de Buenos Aires. Su primer encuentro con pampeanos fue en la estancia “La Escondida” y después se amigaría con los pobladores de las estancias “La Asturiana” y “La Moderna”.

Una de las mayólicas que pintó el plástico Andrés Arcuri de General Acha muestra el rostro del Misionero con un epígrafe que menciona las capillas e iglesias que generó en su paso por la Pampa Central

El año 1914 había comenzado la primera Gran Guerra Mundial y en la Gobernación de la Pampa Central, con muchos pueblos pequeños fundados que no tenían caminos, ni ferrocarril ni otros medios de comunicación, la cuestión de desplazarse por las zonas de las travesías no era nada fácil.

El RPS Raúl Entraigas dice que: “La estancia Las Dos Naciones era de un vasco, José Arrarás, y ahí le ayudaba misa otro vasco, Ramón Larrea. El padre Ángel tuvo la suerte de hallar, desde el principio, la honradez y la rectitud de los hijos de Euskadi. Él que venía de las montañas itálicas, hizo buenas migas con ellos, que habían llegado de las estribaciones pirenaicas. Honradotes y sanos, los vascos vieron en ese Sacerdote franco y cristalino al hombre que La Pampa necesitaba. Y le tendieron la mano. Y bebieron de la misma bota. Y compartieron el churrasco sabroso: eran amigos”.

Muy gráfico don Andrés para presentarnos parte de la odisea que le hicieron pasar las mulas en su primer viaje a las sierras de Lihué Calel

Como se observa en el óleo el misionero andaba vestido con sotana color negro y calzaba borceguies. Las mulas le deben haber hecho caer el sombrero en la disparada por eso no se ve.

Dice su biógrafo Entraigas: “El Misionero halló su vocación en el primer viaje, porque en él halló sonrisas, halló comprensión: había dado con la opulenta beta del amor. En ese primer viaje, el padre Ángel llegó hasta Lihué Calel. Esas sierras empinadas que rompen la monotonía de la inmensa llanura, lo atraían. Y más lo fascinaban esos indios, humildes y mansos, que eran los más desheredados, y por eso, los `redilectos del corazón de Dios del Misionero… Desde entonces fueron sus amigos.”

Arcuri representa en esta imagen algo parecido que también sufrió el otro misionero salesiano italiano que tenía su residencia en Telén, el RPS José Durando. Atravesar el río Salado antes de 1933 era arriesgar la vida, porque no había puentes y había que luchar con las mulas que a veces se asustaban y dejaban a pie al conductor del carro.

La frase del epígrafe de esta mayólica es bien cruda de la realidad de aquellos años en la travesía: …”El Salado, tumba de tantos incautos”. Durando se salvó porque justo pasaba por allí el señor Tamagnone que cruzaba en auto con su esposa lo ve y manda al peon de la estancia que traiga los caballos para rescatar a misionero que estaba luchando para no perder su carro, las mulas y todos los elementos de dar misa.

Dice Tomás Niceto de Pablo sobre Buodo: “Su primer vehículo propio fue un sulki que adquirió mediante colecta popular, y las tres mulas que utilizaba, se las habían regalado. Tiempo después pudo completar su vehículo dotándolo de capota, que lo cubriría en cierta forma de la intemperie. Y esa fue, precisamente, su volanta. Fue su iglesia, su casa, su tarjeta de presentación-“

El cura misionero volvía locos a los guardas de los trenes. En cierta ocasión viajando en el tren que venía desde Bahía Blanca y pasaba por Rio Negro, rumbo a Neuquén le exige al Guarda que haga parar el convoy porque tiene que bajarse en Pichi Mahuida, un paraje del lado de Rio Negro. Pero como no estaba previsto parada se vio obligado a saltar del tren en movimiento .

Como se observa en la pintura el cura ha lanzado primero el envoltorio de su cama de dormir al aire libre, que no era otra cosa que una colchoneta delgada que se enrrollaba. Lo vemos saltando en una mano tiene su sombrero y en la otra su bolso de mano donde llevaba la Biblia y los paquetitos de semillas.

Su físico era alto mas bien delgado dice un exalumno del colegio La Inmaculada de General Acha, su comida incluía un 80 % de hortalizas, era casi un vegano. “De permanente indumentaria de sacerdote, de sotana negra. Con los años, sus cabellos fueron cada vez más blancos.”

Dice el exalumno Tomás Niceto de Pablo “La simpatía de su persona está reflejada en las propias impresiones de quienes lo conocieron y lo trataron. Mi padre, por ejemplo, que lo conoció muy de cerca, en los más diversos aspectos, y gustaba de hacer resaltar entre sus rasgos priminentes su sencillez y adecuación al medio donde actuaba.”

En este último oleo Arcuri refleja la serenidad de Buodo que despierta cuando un ladrón está en en el lugar donde había tendido su colchón probablemente para dormir más fresco en verano y ha dejado la puerta abierta para que circulara el aire fresco. Su reacción no puede ser más caritativa porque solo le pregunta “¿Qué busca usted de noche, lo que yo no encuentro de día?”

Anita Carmen Gentile escribió esta zamba por la que obtuvo medalla de oro en el concurso.

ZAMBA PARA UN CURA CRIOLLO

1.- ¡Gringo! ¡Cura criollo!… Gaucho de sotana.

Sombrero raído de turbio color.

Un charré y tres mulas llevaban

tus sueños hacia un horizonte de amor.

2.- Los viejos regazos de antiguos mapuches

templaron de acero tu carne y tu voz,

y la travesía se abría a tu paso…

¡Eras el profeta pampeano de Dios!

Estribillo

Gastaste caminos aplacando enconos,

sudando fatigas del oeste al sur;

para que tu santa palabra impusiera

el divino imperio del hombre y la Cruz…

3.- Paseó tu figura por chacra, boliche,

puesto, campamento, estancia y galpón…

Todo el paisanaje se fue aquerenciando

al amparo gaucho de tu corazón-

4.- ¡Soldado de Cristo! ¡Salesiano santo!

Entraigas te llama Hornero de Dios.

Araste esta tierra a los cuatro rumbos,

sembraste esperanzas…, cosechas de amor.

Gastaste caminos…

El pintor de los grandes oleos sobre mayólicas fue don Andrés Arcuri el gran artista de General Acha, quien realizó dichas obras el año 1980. Obras de gran valor artístico y cultural que amerita se resguarden mejor para evitar su deterioro.

Fuente: Valla Celso José S.D.B. “Reverendo Padre ÁNGEL BUODO. Homenaje de La Pampa a la venerada memoria del gran Misionero”. Edditorial Don Bosco Buenos Aires 14 de agosto de 1970.

Imágenes: Orellano Gabriel (La Adela-La Pampa)

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